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La sal y el verano

Con la llegada del verano y el aumento de las temperaturas, el organismo pierde más agua y sal de lo habitual. A pesar de esto y de lo que muchas personas creen, los expertos inciden en que no es necesario aumentar la ingesta de sal, ya que esta pérdida no es tan acusada como para tomar raciones extra. De hecho, un alto consumo es perjudicial para la salud, pudiendo provocar un aumento considerable en la tensión arterial. ¿Qué podemos hacer para controlar la ingesta de sodio?

Te dejamos estos 5 consejos prácticos para que los tengas en cuenta a la hora comer.

1. Muchos alimentos ya contienen una cantidad determinada de sal, ¡no le añadas más!

Efectivamente, hay que tener en cuenta que muchos de los alimentos que normalmente consumimos ya disponen de una cantidad considerable en sal. Concretamente, es uno de los ingredientes más utilizados después del azúcar en la elaboración de productos alimenticios: cereales, salsa, verduras procesadas, platos preparados, aperitivos salados, productos de panadería, cárnicos, o lácteos como el queso.

2. Puedes elegir alimentos “bajos en sodio” o “sin sal”

Debido a que gran parte de la sal consumida procede de los alimentos elaborados, la reducción de la ingesta de sal se puede lograr mediante el consumo de alimentos con menor contenido en sodio, sobre todo en el caso de que haya riesgo de padecer tensión arterial. Por esta razón, cada vez más empresas se interesan por reducir el contenido de sal de sus productos.

3. Acostumbrando al paladar…a comidas “mas sosas”

La industria alimentaria está haciendo un esfuerzo por eliminar o reducir la sal, a pesar de que no es sencillo porque muchas veces puede comprometer el resultado del producto final, afectando las propiedades sensoriales responsables de la aceptación del producto por parte del consumidor. Y es que el paladar se va acostumbrando a un grado de salinidad que con el tiempo y con voluntad podemos ir corrigiendo.

4. Alternativas a la sal En casa

podemos utilizar sustitutos como el limón,- fuente de vitamina C-, el vinagre, las especias aromáticas que supone un amplio abanico de opciones –orégano, albahaca, perejil, laurel, pimienta, ajo, cebollín, azafrán, romero o salvia- . A la hora de hacer la compra, podemos observar cómo en algunos casos se ha reemplazado el uso de la sal por sustitutos con propiedades similares, como por ejemplo cloruro sódico, lactato potásico, potenciadores del sabor (como el extracto de levadura) que permite reducir la sal entre un 40 y un 60% sin comprometer la autenticidad del sabor o la estructura organoléptica, así como también bien utilizando otras alternativas más novedosas como es la utilización de algas marinas.

5. Cambiar de hábitos: Beber más agua y cocinar diferente

Beber más de dos litros diarios de agua facilita la eliminación de la sal por el organismo. Así también podemos elegir cocinar algunos alimentos con otro tipo de cocción que respete más el sabor del alimento y nos ayude a no necesitar aderezarlo, como es el caso de la cocina al vapor, en jugo, al papillote…aunque si lo que queremos es reducir el consumo de sal, la técnica del hervido es la más adecuada porque gran parte de los nutrientes incluido el sodio pasa al agua de ebullición

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